He estado dudando si hacer o no esta viñeta por si alguna víctima de la violencia de género pudiera pensar que banalizo el problema del machismo y se pudiese sentir ofendida. Nada más lejos de mi intención.
Sin embargo al final me he decidido a publicarlo porque cada vez veo más paralelismos entre machismo y centralismo que me llevan a pensar que se nutren de la misma base ideológica. Ambos se basan en la posesión patológica del otro asfixiando su autonomía, su autogestión, su independencia, es definitiva: su libertad.
Y ahora se confirman esas coincidencias al observar como la maquinaria del poder político-financiero está lanzando amenazas cada vez mayores en contra de una posible independencia de cataluña. Exactamente igual que lo hace el agresor machista según ve que se acerca la sentencia de divorcio o la separación definitiva.
Las fronteras no son separaciones reales, son límites político-administrativos que nos inventamos los humanos para organizarnos en sociedad. Por tanto son la “inmovilidad” y la «impermeabilidad» que algunos se empeñan en dar a esas fronteras las que son absurdas.
Está demostrado que en territorios y poblaciones reducidas funciona mejor la democracia ya que es más fácil contar con la participación ciudadana. Es decir, un gobierno descentralizado y participativo es más democrático.
Yo no creo que la cuestión catalana sea un problema de territorio o de unidad, ni siquiera económico, es un problema de subordinación. El pueblo catalán no quiere estar subordinado a un gobierno central, quieren autogestionarse, quiere ser soberano de su futuro.